Berazateguenses cobraron el IFE y abrieron una verdulería

Mariela Fernández y Fabiana Jáuregui son cuñadas y una de ellas tuvo que dejar de vender en la calle cuando se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia de COVID. La segunda no tenía empleo; su marido es persona de riesgo y tuvo que dejar de trabajar, lo hacía por su cuenta. Tras percibir el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), el bono que el Gobierno Nacional entregó a trabajadores informales y monotributistas, decidieron abrir una verdulería en la casa de Mariela. La llamaron “Verdulería del tomate” y está ubicada en calle 457 y 409, localidad de Juan María Gutiérrez.

Desde que la pandemia de COVID-19 llegó a Argentina, la vida de millones de personas cambió para siempre. Una de esas historias es la que protagonizan Mariela Fernández y Fabiana Jáuregui, dos vecinas de Berazategui, cuñadas, quienes se adaptaron a las circunstancias y salieron adelante.

Todo empezó cuando el Gobierno Nacional decretó el pago del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Y ahí fue cuando Mariela tuvo una idea: cobrar los 10 mil pesos y abrir un negocio en su casa. Le contó el plan a su cuñada y ella se sumó. De esa manera, las vecinas abrieron su verdulería propia en 457 y 409, Gutiérrez. “Cuando empezó el aislamiento, quedé desempleada porque en mi carrito salía a vender roscas, pan casero y tortas fritas. Entonces, me anoté en el IFE. Después fui a la casa de Fabiana, porque tenía que llevarle comida, y le dije: ´Si llego a cobrarlo, tengo ganas de poner una verdulería´. Me había dado cuenta que la única del barrio había cerrado. Así que ella me contestó: ´Si yo también lo cobro, ponemos la verdulería juntas´. Así surgió el microemprendimiento”, relató Mariela Fernández, una de las flamantes socias.

Fabiana agregó: “Llevábamos 60 días de cuarentena. Mi esposo no podía salir a trabajar porque es persona de riesgo y lo hace por su cuenta, en construcción. Mi cuñada me comentó su idea y, como yo también tenía que cobrar el IFE y pensaba invertirlo en hacer comida para vender, le propuse hacernos socias. Y así fue”. Las ganas de trabajar y de hacer realidad su sueño, con los 20 mil pesos que habían percibido entre las dos, hicieron que pusieran manos a la obra apenas tuvieron el bono del Gobierno. Sobre eso, Mariela contó: “Abrimos el 23 de mayo. Apenas las dos tuvimos el dinero, a la una de la mañana del día siguiente nos fuimos a comprar la mercadería. No perdimos el tiempo; invertimos todo y arrancamos. Empezamos con pocos cajones de frutas y verduras. Después agregamos bolsas de carbón, leña y también garrafas de gas. Gracias a Dios, las ventas van subiendo y la gente se va sumando. De a poquito estamos creciendo”.

Fabiana recordó todo lo que hicieron en su primera jornada como socias: “Cobré primero, esperé a que ella tuviera la plata y el mismo día nos fuimos al mercado. Invertimos con todo lo que pudimos y arrancamos. De a poco le fuimos agregando otras cosas, como huevos, gas envasado, carbón, leña y, al mismo tiempo, incrementamos la cantidad de mercadería, porque habíamos arrancado con lo básico”. En cuanto a la metodología de venta en medio de la pandemia y el aislamiento, la comerciante explicó: “También sumamos entregas a domicilio, ofertas de combos…Así que estamos trabajando fuertemente todos los días. Compartimos las ofertas en Facebook y por WhatsApp. También nos hicimos camperas con el logo de la verdulería y los números de teléfonos. Y de a poco vamos creciendo”.

Para finalizar, Jáuregui -junto a su cuñada- reflexionó: “El trabajo dignifica. Nosotras estamos ocupadas, somos las dueñas de nuestro negocio y eso nos da felicidad. Es duro. Hay que ir al mercado, cargar las bolsas y los cajones…estar acá, pero lo hacemos con un gusto tremendo. Y todos los días aprendemos más. Tanto a comprar mercadería como a seleccionar lo mejor para los clientes”.

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