Científicas y científicos de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) desarrollaron una prueba piloto para elaborar un repelente de insectos «natural y de bajo costo» a base de citronela, pensado como complemento en la lucha contra el dengue, informó hoy esa casa de altos estudios.

En diálogo con la Agencia Télam, la ingeniera María Magarita Montenegro, afirmó que el producto, que se desarrollo junto a un equipo de profesionales de la UNSL, «está pensado como un complemento en la lucha contra el dengue, que preocupa y ocupa a autoridades de la universidad nacional y a los equipos de investigación locales».

Se trata de un producto desarrollado en base a la citronela, una planta que entre sus usos contiene la propiedad de repeler insectos que son vectores de enfermedades, como es el caso de diversas especies de mosquitos, entre ellas el transmisor de dengue.

La citronela puede encontrarse en la mayoría de los insecticidas y repelentes comerciales pero el proyecto que desarrollan en UNSL lo incluye como aceite esencial, mezclado según la fórmula farmacéutica desarrollada por Claudia Ortega y el biólogo molecular, Guillermo Reta, junto a otros insumos que permiten, por ejemplo «su fijación en la piel debido al uso de fijadores de perfumes y emulsionantes», entre otros.

Montenegro, explicó que la propuesta fue impulsada por las autoridades universitarias que también desarrollaron la producción de alcohol en gel y pastillas de jabón para combatir la pandemia de coronavirus, en sus Facultades de Ingeniería y Ciencias Agropecuarias (FICA) y Química, Bioquímica y Farmacia (FQByF).

Esto movilizó a los científicos que integraron un equipo interdisciplinario con doctoras en química, ingenieros en alimentos, no docentes y un diseñador gráfico.

Con las dificultades que impone la cuarentena «logramos comprar los insumos para producir», dijo y agregó que las restricciones sanitarias si bien fueron una «limitante en el tiempo», fue un «obstáculo que logramos superar».

Y es que además de los insumos para preparar el producto debieron adquirir los frascos para envasarlos que por tratarse de un producto que incluye un aceite natural «debían tener cierto color y característica» que los preserve y «los proteja de la luz solar», por ejemplo.

En el primer lote, de 6 litros de repelente, el equipo de investigadores logró producir «58 atomizadores de 110 mililitros», empacados en frascos con etiquetas que contiene «fecha de vencimiento y modo de uso» como los productos que circulan en el mercado, describió Montenegro.

Conseguir los insumos fue otro desafío –recordó- ya que debido al aislamiento, muchos proveedores no tenían en cantidad necesaria y «nos ofrecían otro aceite esencial, derivado de otra planta que no era la citronela», lo que no hubiera permitido nuestro desarrollo.

Como la FICA y la UNSL forman parte del comité de crisis de Villa Mercedes, la investigadora estima, que será esa institución la que «con su logística, distribuya en producto en las zonas más necesitadas». Y esperan que en las producciones posteriores ese circuito «pueda ampliarse».

«Para nosotros es un gran estímulo servir a la comunidad con nuestro trabajo», destaco y agregó que le damos «mucho valor» y nos proporciona «mucha satisfacción».

La prueba se concretó bajo la dirección técnica de la farmacéutica, Claudia Ortega (M.P. Nº 548) y del biólogo molecular, Guillermo Reta. Participaron de esta producción, los docentes investigadores, Ingeniera, María Margarita Montenegro, la Doctora, Myriam Gerzona, el Ingeniero, Omar Masini; la Ingeniera, Marisol Nievas y el Ingeniero, Nahuel Ambroggio. Colaboraron los no docentes, Cristian Payer y el diseñador gráfico, Leonardo Vidal Enriquez.

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